París bajo el conjuro tanguero
Sí, esta vez sí que estoy en una ciudad que tiene venas amplias por las que el tango se busca su camino. No sólo el tango, sino que una historia cargada de ideales, revoluciones y sueños a veces rotos, a veces torturados y a veces cumplidos.
Música tanguera carga el aire que respiran los senáticos cada vez que el sol mima sus mejillas y que el sudor atrae a los sanguíneos mosquitos. (Square Tino Rossi, 21h, Metro Jussieu)
Cuando los ángeles lloran y los tangueros quieran refugiarse no sólo en un abrazo interminable, sino que también bajo un techo sólido, varias opciones pueden perturbarles la cabeza. (viernes: Retro Dancing, 23 rue du fg du temple, 21h, Metro République; jueves y sábado: El Colectivo, 46 rue des rigoles, 21h30, Metro Jourdain; sábado: Le Chantier, 51 rue edouard vaillant, 22h, Metro Croix de Chavaux; domingo: Milonga Florida, canal opus, 167 quai de valmy, 17h, Metro Louis Blanc; ...)
De tan mágica que aparenta esta ciudad, mis ojos absorbieron cantidades de imágenes, mi ser una inmensidad de impresiones, que bajo tal encanto mi cabeza no pudo asumir que mis ojos y palabras no podrían satisfacer la curiosidad de los lectores de nuestro blog. Tendré esto en cuenta (y también como excusa para volver a los sitios indicados o descubrirlos aún) y mostraré alguna que otra foto de la vida tango-parisina en los próximos días.
>>>Por cierto: anuncio que aquí anda rondando un gato francés que revolucionará dentro de poco el mundo virtual con una página que pintará sonrisas en muchas caras de tangueros globetrotters que les guste bailar. <<<
Mi primera experiencia tanguera en la ciudad de las luces (así se le llama, sí, pero la gata aquí está sin electricidad...):
-Por pura casualidad me atopé con la milonga del Retro Dancing (10e arrondissement). Entré con algunas dudas aunque se escuchaba Llorar por una mujer hasta la calle. Hasta llegar a la sala de baile no me tranquilicé, pero vaya sorpresa: un local repleto de luces, candelabros, espejos y gente bailando. Aquí una no se queda sin tanguear aunque la música sea bastante tradicional y lo de observar la mezcla de edades y estilos seduzca a sentarse a la barra y a contemplar todo desde lo alto.
Mi segunda experiencia fue ya más calculada por la indicación de un argentino caido de los aires sobre la Torre Eiffel, ahora apitufada:
-El sol cesaba de quemar y los barcos repletos de turistas cegaban con sus faros. Los bailarines en el Square Tino Rossi (5e arrondissement), sin embargo, no se dejaban molestar por este detalle. Dar vueltas al aire libre con un ángel de acento à la Cortázar me hizo perdonarle hasta a mí al DJ de que haya pasado la Cumparsita unas cinco veces. Este ambiente es más relajado, tal vez una buena entrada para gente alternativa.
Mi tercera experiencia me perturbó la cabeza:
-Una sala muy linda, por lo simple que es, que llena de música hasta al último rinconcito. Luces, sonido y movimiento del Colectivo (20e arrondissement) se transforman en una sola unidad. Se dice que en las salas de esta calle muy graciosa (se llama rigoles) se pasean muy buenos bailarines (por supuesto que también incluyo a las mujeres).
Mi cuarta experiencia la tuve en un lugar de lo más acogedor:
-Dónde se ha visto tal recibimiento florido? Un mar de flores en la entrada, pétalos colgados de las paredes, colores revitalizando el ambiente. Coincidí con el día en el que la entrada podía ser pagada con flores (para mí un asunto fácil;-)). Sí, eso existe. Y si a pétalos y perfumes se le mezclan fotos de Gardel, Pichuco, Tita..., entonces sólo se puede llamar Esprit Tango (20e arrondissement). Entrando por un patio que hace pensar en un escondrijo, no habría esperado encontrarme con tal tesoro en el primer piso.
Para mi quinta experiencia me encaminé de nuevo al Colectivo (ver experiencia 3):
-En la misma sala en la que la gente se movía al compás de música argentina, Ismael Ludman y María Mondino hicieron una demostración no sólo de tango, sino que también de poderío. Dos bises fueron reclamados por un público entusiasmado. La verdad es que me gustó mucho el espectáculo. Aunque también me gustaron otras cosas, como la mezcla de música innovadora que se inventó el DJ de la noche (René) o un juego que yo aconsejaría a todos los organizadores de milongas: durante una pieza de música el DJ dice CAMBIO cuando y cuantas veces le apetezca, y en ese instante se cambia de pareja (la lógica impone la persona más cercana a uno, que además suele ser desconocida). Buena manera de bailar con varias personas, de relajar el ambiente y facilitar la prise de contact para los próximos bailes.
A la sexta va la vencida...
-Música tanguera en París: Melingo visitó la ciudad y le trajo al público como regalo músicos excepcionales hasta el Jardin de Luxembourg, entre otros un chico polivalente (Rodrigo Guerra) que le hacía cosquillas de lo más lindo hasta a un serrucho (sí, sí, un serrucho! Y suena genial!). Con su forma teatral este argentino marcado por la historia, rizudo y de voz desgarradora conquistó desde el primer instante a jóvenes, ancianos, músicos, bailarines, aficionados, pájaros y a todo ser que en eses momentos se paseaba cerca del kiosco protegido de las miradas muertas de las estatuas por varios árboles.